El ataque de Trump a la ciencia: ¿un paso atrás para Estados Unidos?

El mandato de Donald Trump ha estado marcado por políticas económicas que buscaban "romper" con la globalización, como los aranceles comerciales impuestos de manera agresiva. Sin embargo, una de las amenazas más insidiosas que su gobierno ha lanzado ha sido contra la ciencia y la tecnología, pilares fundamentales para la innovación y el liderazgo mundial de Estados Unidos.

Desde su llegada al poder, la administración Trump ha desencadenado una serie de ataques a la ciencia, los científicos y, en muchos casos, a la misma lógica racional que sostiene el progreso. Según la organización Union of Concerned Scientists (UCS), hasta abril de 2024, se habían contabilizado más de 200 incidentes en los que el gobierno republicano intervino para frenar el avance científico. Estos ataques incluyen desde nombramientos de figuras anticiencia en cargos clave, hasta recortes en la financiación de investigaciones críticas, como las relacionadas con el cambio climático, el COVID-19 y la salud pública.

Un ejemplo claro de estas políticas es el reciente desmantelamiento de comités y programas esenciales. El Departamento de Agricultura eliminó comités dedicados a la seguridad alimentaria y el control de enfermedades, mientras que el Departamento de Comercio y Trabajo suprimió otros destinados a mejorar la calidad de los datos económicos. A nivel de salud, los Institutos Nacionales de Salud (NIH) han dejado de financiar investigaciones sobre temas como la salud LGBTQ+ y la equidad social, reflejando una tendencia más amplia de recortes millonarios a la ciencia y la investigación.

Una amenaza a la investigación y la educación científica

Estos recortes no son solo cifras: afectan a miles de universidades e investigadores en todo el país. La comunidad científica estadounidense está en alerta, con casi 2.000 miembros de diversas academias científicas que han firmado cartas abiertas denunciando el impacto devastador de esta ofensiva anticientífica. Se teme que no solo se trate de desfinanciamiento, sino también de manipulación y censura de estudios cruciales, lo que recuerda a las prácticas de represión que se vivieron en la era del macartismo.

La gestión Trump, en su obsesión con desmantelar lo que percibe como un sistema opuesto a sus intereses, ha promovido políticas que están erosionando el papel de Estados Unidos como líder en investigación científica. Esta tendencia se refleja en áreas clave como el cambio climático y la gestión de la pandemia, dos temas que requieren, más que nunca, un enfoque basado en la ciencia para su resolución.

La fuga de cerebros y un futuro incierto

El desinterés del gobierno por mantener un sistema robusto de investigación no solo perjudica a los ciudadanos estadounidenses, sino que también tiene repercusiones globales. Muchos investigadores temen por su futuro en un entorno cada vez más hostil a la ciencia, y algunos ya están considerando emigrar a países donde la inversión en investigación y desarrollo es más estable. Europa, por ejemplo, ha comenzado a atraer a científicos que buscan escapar de las restricciones impuestas en los Estados Unidos, lo que podría acelerar una fuga de cerebros que afectaría gravemente al país.

Conclusiones: ¿un cambio de rumbo inevitable?